viernes, 13 de diciembre de 2019

La gran kermese (incompleta)...


El trabajo, que no está orientado a desarrollar las habilidades o el talento de las personas, aliena y termina creando un autómata, una persona reducida a una función. Y en el tiempo libre ese ser, residuo de persona que desecha el horario laboral, solo puede dedicarse a descansar y a tratar de entretenerse con lo que  le ofrece la misma máquina que lo produjo. Es por esto que en las celebraciones, como en la más sagrada que hay si se es cristiano, la celebración carece de esencia. La navidad es, desde que yo recuerdo, más que un ritual religioso, solo un festival, una kermese generalizada. Las calles se llenan de gente cargando bolsas con cosas para regalar.

viernes, 8 de noviembre de 2019

COMODIDAD



Nunca me ha gustado manejar. Sentí, como todos, mucha emoción al aprender, cuando era niño. La sensación de poder al manipular una enorme máquina era fascinante, la disfruté mucho aprender, pero ya después de eso, siempre me causó estrés. La posibilidad de chocar con alguien, el atropellar a una persona, etc., estuvo presente en mí por mucho tiempo. Ahora ya no me da temor, pero sigue sin gustarme manejar, aunque ya me acostumbre. Pero ahora la sensación que me deja es de estar de cierta forma preso. 

Cuando  estoy en medio del tráfico esperando a que se muevan los carros y veo a la gente que camina, salta o corre en la banqueta, siento como si estuviera en cautiverio y quisiera estar en su lugar. Me gusta la libertad y estar dentro de una maquina, encerrado, en medio de otras que me bloquean el paso, no me agrada. Cierto que es más cómodo, pero esa comodidad te sustrae energía, vitalidad, hasta alegría yo diría.

La búsqueda de excesiva comodidad me parece que es un síntoma de cierta decadencia psicológica, una especie de senectud anticipada voluntaria o una especie de invalidez voluntaria.  Usar el carro para recorrer pequeñas distancias, pedir un "uber", esperar por mucho tiempo el taxi que te dejé lo más cerca posible del lugar al que te diriges, aun cuando pasan otros que te dejan a dos o tres calles más lejos; todo eso, en lugar de  caminar, resulta penoso. Y es que, como digo, el procurar siempre la comodidad apunta a una especie de invalidez. El siempre comprar comida en lugar de cocinarla; pagarle a alguna persona para que limpie tu casa, en lugar de hacerlo tú mismo; llevar a lavar tu carro por no quererlo lavar; buscar clases de algo que tu mismo puedes aprender, teniendo tantas herramientas disponibles en internet. Todo eso, y tantos otros ejemplos abundan, nubla el espíritu, lo entorpece y lo empobrece; creando al final de cuentas una insatisfacción, un tedio o hastío generalizado, como la imagen de esos animales de zoologico que están encerrados y debilitados porque no están en libertad y no tienen que salir a cazar; solo que la situación de ellos es obligada, la de la gente que elige lo que menciono es voluntaria.
Tengo interés en buscar los efectos psicológicos a corto y largo plazo que causa la excesiva comodidad en los seres humonos. Por lo pronto, a tratar de liberarse, siempre que se pueda de la comodidad, porque la excesiva comodidad tambien es una cárcel, una cárcel absurda y estúpida.






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