martes, 15 de abril de 2008

Pinkparty

Solo era por pasar el rato. Los bares del centro estaban muy lejos y la hora ya no era la mejor; además, después de una larga siesta te despiertas con poca energía. Vimos la reunión desde una esquina antes. No era nada, solo otro party de weyes y viejas medio fresas. Cruzamos la calle para pasar mas cerca y ver que acontecía. Fue cuando íbamos frente al garage que se nos ocurrió entrar. “Hay que regresar y entramos, no” Primero había que ir a comer algo. La intención no era alcoholizarse, ya había ocurrido eso la noche anterior. Solo se trataba de mantenerse sedado mientras llegaba totalmente el domingo, mientras aparecía el sol para dormir. Salimos de casa para no despertar a Max que dormía a esa hora, aunque ya muchas veces el nos había despertado en muchas madrugadas, no quisimos ser vengativos con el niño de dos años.

Salimos de casa, llegamos al parison y nos paramos junto a los carros de la banqueta a unos cinco metros de la entrada. Abrimos un par de cervezas de las que llevábamos. A ambos lados habían weyes tomando tecate, platicando y riendo de cosas mas simples de las que habíamos imaginado. Algunos de ellos parecían medio narcos por como vestían. Eso hacia mas interesante la estancia en el lugar. Imagine que en algún momento nos pondríamos a platicar con ellos, que después de un rato, por el alcohol y la coca que se metían como locos, les agradaríamos y nos obsequiarían una buena cantidad de polvo, un fajo de billetes de cien dólares o de perdida una troca de las que traían. Pero no, nada de eso paso. Al acercarnos mas, resultaron unos adolescentes viejos y pendejos. Pero pues “Va, ya estamos aquí” dijimos. Nos mezclamos en el espacio...

Inicie la platica con algunos de ellos y eran amables. Dos, tres preguntas de cada lado y nada mas. No hubo compatibilidad tampoco en las palabras. “Bueno, pues a esperar que amanezca y a conservar la obnubilancia” No había razones para regresar a casa. No teníamos sueño, ni tampoco se podía subirle a la música, en caso de regresarnos, como se debe hacer cuando se esta uno metiéndose unas cervezas. Nos la estábamos arreglando para permanecer en el lugar. Una fémina nos pidió que le alcanzáramos una silla. Yo le pedí un cigarro a un Jack Black tijuanero, me acerque el pastel de queso que estaba al final de la mesa. Pasaba la madrugada. Las tecates que llevábamos se habían terminado y la oralidad reclamaba mas liquido. Fui a la hielera por un par de soles y también nos encargamos de ellas. Todo estaba bien. Les tome una foto a un adolescente tardío que ya andaba ebrio y a su vieja. Después continué moviendo la pierna siguiendo el bombo de una rola de The Cure. Palabras, dos tres frases, silencios, fresas riendo, gritando, sacudiéndose… El mandril empezaba a salir. Aquel ya se cayo, ese otro ya se esta prendiendo, la histriónica ya empezó a llorar, esa tiene buen trasero, esa ya nos miro dos tres veces, creo que es la de la casa, que bien se encuentra, se dirige a nosotros, creo que nos va a hablar. Ya se dio cuenta que no armonizamos con la fiesta, ahí viene…

-Y ustedes con quien vienen?
-Mmm… Este… Pues, con Christian. Si con Christian…
-Y donde esta Chirstian?
-Estee… Pues, dijo que ya no tardaba, que ya venia.
-No, yo creo que se equivocaron. No es aquí la fiesta que buscan. Orale,
pónganle!
-Mmm… este…
-Órale, ya, váyanse cabrones!
-Esta bien…
-Raul!!
-Ya nos vamos, esta bien.
-Javier, ven wey! Estos weyes…

Uno, dos, tres, cinco, nueve, quince… mil fresas!… Nos rodearon. De repente, sin saber porque se pusieron rabiosos.

-Ok, todo bien, ya nos vamos.

Se acercaban mas y mas, jadeando, rugiendo, maldiciendo, manoteando, pataleando…

Nos levantamos y tomando la botella de Baraima que habíamos llevado además de la cerveza, empezamos a salir con el ejército de maricas detrás de nosotros. Los pendejos en ese momento sentían que les apretaban los calzones atacando en manada. Salimos con cautela, en cada momento ya sentía yo una botellazo en la maceta… Logramos Salir de la cochera sin daño y empezamos a caminar. Ya íbamos por la esquina y uno de esos palurdos, grita.
-La botella!
-trae esa botella para acá wey!
-esta botella la trajimos nosotros, es nuestra.
-Me vale madres! Tráela para acá wey!
-Te digo que es nuestra.

Apresuraron el paso con la espuma saliendo de sus bocas..

-Me la vas a dar o que!
-La quieres… Tómala!

Los setecientos cincuenta mililitros de ron dando vueltas por el aire dirigiéndose a la tribu Armani… No se escucho el vidrio rompiéndose en ningún lugar; el polvo seguramente faculto a alguno de ellos para una buena atrapada… Alcanzamos a llegar corriendo antes de ser alcanzados o vistos un lugar a calle y media que ellos no conocían. Esperar unos minutos o ser descuartizados por esas frutas rosas drogadas. Después de unos diez ya no se escuchaban las trocas patrullando la calle. Al salir ya no se veían, Entonces solo quedo caminar las dos calles que restaban para llegar a casa…
Que jodido se pone todo. Habíamos sido asaltados por cholos, por punketos, por yonkies y sobre todo por policías, pero nunca por fresas. No mas eso faltaba... “Que chingaos pasa, ya ni en la gente bonita se puede confiar” dijimos. Y tuvimos que entrar al silencio de la casa con el lamento de la perdida de esa botella, ni modo, a dormir otra vez.
Pero, una por una. Esa ida a la hielera fue mas que por un par de soles… Una botella de vino nos iba a vengar de los invertidos esos, tiempo después.

1 comentario:

Neural Crash dijo...

jajajajajaja Tienes que contarme en persona todos los detalles...

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